lunes, 16 de julio de 2007

¿Para qué sirve la poesía?, por Francisco Cenamor

Difícil pregunta, desde luego. Mi primera respuesta es rebelarme: ¿por qué todo tiene que servir para algo? Y es que la cosa es muy simple aunque no lo parezca: uno lee poesía y le gusta o no le gusta, necesariamente no ha de servir para nada.
Pero estoy mayor para empecinarme en mi rebeldía, así que entrando en materia sosegadamente, yo diría que la poesía sirve para sorprendernos, para ver con claridad lo que nos toca y lo que no en nuestro coranzocito. Por ejemplo, para mi es importante que la poesía, aparte de resultarme bella, me conmueva, sea capaz incluso de hacerme llorar.
Para mi es un elemento más relacionado con la fe que con la razón, con el corazón más que con la cabeza. Es la expresión simbólica en palabras de lo que no se puede decir realmente (terrible contradicción, decir lo que no se puede decir, de ahí que el silencio sea la expresión más poética que existe), de lo que no se puede asir con las manos. Son momentos visuales, imágenes, fotografías del alma.
Un poema puede ser, en una primera mirada, un bello cuadro pintado con palabras, una foto estremecedora, pero al igual que en la pintura, la belleza da paso a todo un mundo de trasfondos simbólicos que la mayoría de las veces apenas vislumbramos.
Si aplicamos a la poesía el verbo servir, con toda la fuerza de la expresión “servir para algo”, tan al uso en las actuales sociedades occidentales (y, por desgracia, poco a poco en todo el planeta), diría sin duda que sirve para cultivar el espíritu. Y esa sería entonces una de las razones de que no sea un género literario demasiado popular: es el cuerpo lo que se cultiva más actualmente. Pero el cuerpo enferma con facilidad si no está poseído por una fuerte espiritualidad, una arraigada vida interior. Por supuesto que no me refiero a la espiritualidad de carácter religioso, aunque esta también puede aportar muchas cosas si es honesta, libre y alejada de imposiciones sociales.
Le damos poca importancia en general a nuestra salud espiritual, no nos alimentamos bien espiritualmente. Y eso precisamente puede ser la poesía para cada uno de nosotros: un alimento espiritual, bebido en pequeñas dosis, un anhelo de belleza que nos haga entrar en un placentero estado que consiga relajarnos de nuestra estresante vida diaria, que nos ayude a sentir al otro, a la naturaleza, como parte del todo al que pertenecemos. Y, después, esa belleza digerida, se convierta en brazos para abrazar, labios para besar, sonrisas para prodigar por el mundo. Visto así, desde luego, la poesía resulta tremendamente necesaria.
Y ya que la poesía no puede caminar bajo las banderas actuales del éxito, el dinero, la fama, pues ni éxito ni fama ni dinero se consiguen con la poesía, sería interesante que sirviera para hacer una revolución espiritual en nuestras almas cerradas, reencontrarnos (si es que alguna vez nos encontramos) con nosotros mismos y olvidar el valor de lo físico, tan relacionado con el tener y poseer.
Como se suele decir, tal vez me haya puesto muy metafísico, pero quien haya entendido a que me refiero con espiritualidad, vida interior, ya habrá experimentado esa sensación que hace que amemos más la vida, la nuestra, la de los otros, la de la naturaleza.
Francisco Cenamor

2 comentarios:

  1. Una buena pregunta, y creo que compartimos la misma idea, el alimento para el espiritu. La poesía no tiene un objetivo tan claro como algunas otras cosas, es más, hay muchas personas a las que le parece lo más aburrido del mundo. Sin embargo, para mí es un refugio y a la vez una salida. Leyendo poesía han aflorado en mí sentimientos, recuerdos, alegrías, incluso risas, pues no todos los poemas son tristes o amorosos. ¿Para qué sirve? pues cada uno le da su utilidad si quiere dársela, la mía está clara, para mí es como un pequeño diario de mi vida que ayuda a que me conozca yo misma y a que me conozcan los demás.


    Ejco

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  2. Sí, una de las virtudes de la poesía es que es más fácil hacerla propia al leerla. Cuando he preguntado a alguien o alguien me ha comentado algo sobre el significado de mis poemas, una vez leídos por otro, en general no tiene nada que ver con lo que yo pensaba o sentía cuando lo estaba escribiendo.

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