viernes, 14 de septiembre de 2007

"Ubú Rey, de Alfred Jarry", por Francisco Cenamor

Ubú Rey, de Alfred Jarry, se estrena en 1896 en medio del escándalo. La primera palabra del personaje en cuestión sobre el escenario es “¡Mierdra!”, un grito que rompe con la pulcritud habitual de los personajes del realismo y, a su vez, con el realismo mismo. Ridiculiza, en cierto modo, al eterno Macbeth a la vez que retrata a una burguesía europea que no para de crecer y expandirse por el mundo. Queda inaugurado un teatro grotesco, absurdo, que no se popularizaría hasta al menos cinco décadas más tarde. ¿Estamos hablando de la primera obra del teatro del absurdo? Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
Padre Ubú y su mala malísima esposa, Madre Ubú, son dos personajes grotescos, ávidos de poder y de las cosas que este proporciona, que organizan una auténtica carnicería para derrocar la legalidad vigente e imponer un nuevo reinado a su imagen y semejanza. Aliados a dios y al diablo, exterminan todo lo que se pone en su camino.
Alfred Jarry, gracias a sus escándalos teatrales y sus obras provocadoras y caóticas, consiguió el éxito literario cuando era muy joven y como solemos decir, se le subió a la cabeza, tanto como el alcohol que tomaba por arrobas. Su vida terminó siendo tan exagerada como su obra y murió con apenas 34 años, enfermo de tuberculosis y pobre tras beberse todo lo que ganó con la literatura. De sus excesos quedan las imágenes de Jarry borracho, pintado de verde, montando en bicicleta y con dos pistolas al cinto.
Pero ahí quedó Ubú Rey, prácticamente su única obra conocida fuera del mundillo literario y teatral. Una obra adelantada a su tiempo que Jarry escribió con apenas 15 años y que vino a retratar a toda una pléyade de personajillos tan estúpidos como criminales que vinieron a poblar el sufrido siglo xx: Padre Ubú es Hitler, o Stalin, o Franco, o Pinochet, o pongan ustedes a quien quieran... O incluso podemos verlos en nuestras benditas democracias: seres ansiosos de poder y de gloria que se resisten a abandonar sus cargos, utilizándolos para imponer sus locuras, perseguir a los demás a sangre y fuego o exterminar pueblos enteros sin ningún pudor. ¿No serían también un poco Padre Ubú Bush, Jesús Gil, Aznar y su ansia de seguir apareciendo, o tal vez Felipe González, Ehud Ólmert, Vladimir Putin...? Por no decir ya Castro, Bin Laden, Hu Jintao, Kim Jong-il, Slobodan Milosevic, Sadam Husein... La Compañía Els Joglars utilizó hace años esta misma obra para ridiculizar al por entonces President de la Generalitat catalana Jordi Pujol. Lean esta obra y comparen.
Según el buscador del ISBN se pueden encontrar numerosas obras editadas de Alfred Jarry en castellano, encontrarlas es otra cosa. Y, desde luego, información en Internet no falta.

Francisco Cenamor

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