miércoles, 19 de marzo de 2014

Poema del día: "El relámpago", de Arthur Rimbaud (Francia, 1854-1891)

   ¡El trabajo humano!, es la explosión que de vez en cuando ilumina mi abismo.
   "Nada es vanidad; con la ciencia, ¡y adelante!", grita el moderno Eclesiastés, es decir, Todo el mundo. Y sin embargo los cadáveres de los ruines y de los holgazanes caen en el corazón de los otros... ¡Ah!, más rápido, un poco más rápido, allá, por encima de la noche, esas recompensas futuras, eternas... ¿huimos de ellas, nosotros?...
   —¿Qué puedo yo? Conozco el trabajo; y la ciencia es demasiado lenta. Que la plegaria galope y que ruja la luz... bien lo veo. Es demasiado simple, y hace demasiado calor; prescindirán de mí. Tengo mi deber, estaré orgulloso de eso a la manera de muchos, dejándolo de lado.
   Mi vida está usada. ¡Vamos!, simulemos, no hagamos nada, ¡oh piedad! Y existiremos divirtiéndonos, soñando amores monstruos y universos fantásticos, quejándonos y querellando las apariencias del mundo, saltimbanqui, mendigo, artista, bandido —¡sacerdote! En mi cama de hospital, el olor del incienso volvió a mí tan penetrante; guardián de los aromas sagrados, confesor, mártir...
   Reconozco en esto la sucia educación de mi infancia. ¡Y después qué!... Andar mis veinte años, si los otros andan veinte años...
   ¡No!, ¡no!, ¡ahora me sublevo contra la muerte! El trabajo parece demasiado fácil a mi orgullo; mi traición al mundo sería un suplicio demasiado breve. A último momento, yo atacaría a diestra y siniestra...
   Entonces —¡oh!—, pobre alma querida, ¡la eternidad estaría perdida para nosotros!

Arthur Rimbaud en Une Saison en Enfer (1873), incluido en Poetas franceses contemporáneos   (Ediciones Librerias Fausto, Bueno Aires, 1974, selec. y versiones de Raúl Gustavo Aguirre).

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