martes, 27 de mayo de 2008

‘Los teatros cerrados en un hermoso telón’. ‘Calle’, nuevo poemario del poeta español Miguel Ángel Gara

Miguel Ángel Gara (Madrid, 1970), uno de los poetas con mayor proyección editorial, nos sugiere en Calle (Ediciones Amargord, Madrid, 2008) tanto un lugar físico como un silencio imperativo. Como en toda arteria urbana donde se erigen construcciones de diferentes épocas y estilos.
Para adentrarnos en su particular avenida, Gara se ha dejado llevar por esa hora de cierre de los teatros en una gran ciudad y ha dividido el poemario en la estructura de una obra clásica: preámbulo, primer acto, entreacto, segundo acto y telón.
El preámbulo es un poema sin título que nos anuncia el final y nos descubre la calle. Allí están el Drama: “Como un personaje de una obra/ en la dramática medianoche,/ ves teatros, cines/ cerrando la función/ Y el cielo que abre el escenario de la calle, rota” y la Comedia: “La risa es saludable, ría usted, regrese/ como un actor donde el colmillo brilla”. Advertidos estamos que formamos parte de este Teatro de la vida.
Se alza el telón y alguien brilla mientras camina antiguamente a la realidad, la verdadera protagonista de este libro. “Nada está completo/…la realidad no-toda que se oculta/ y en su fin amanece”. Y ésta es la contrarréplica de la misma Realidad: “Qué falta/ en la palabra, entonces/ gravedad/ acabada la obra/ y la palabra”.
Los poemas se construyen a partir de ideas concéntricas. Parecen piedras que se sumergen en un estanque y se expanden hasta desaparecer. “La sombra caía camino de la casa/ y puede que la sombra/ fuera una sombra ajena”.
Las contradicciones conforman imágenes tan bellas como dramáticas: “en el verde violento de los ojos murió la primavera (Estéril). Y qué es eso, preguntas, sino el río/ donde se ahoga el pez que ansía la tierra/ de pura sed, en el descubrimiento/ de su agua imbebible”.- Respiras en esa calle abierta.
Las palabras repetidas recuerdan a la inspiración jazzística del movimiento beat. La reiteración conforma la melodía que nos guía: “No es esta palabra/ tu cuerpo, música/ donde te conocí…/ No es esta palabra tu cuerpo música/…cuervo/ que roba la palabra/ antes de que llegue a su sonido”.
Gara exige que las palabras entren por todos los sentidos. Los poemas visuales son una constante como el titulado Seco inspirado en la gota cortaziana. Un trazo perfectamente cerrado: “La/ imaginaria/ forma de una gota/…/Imaginaria manera/ de lágrima”.
Poemas que hacen de la palabra un pincel que juega a engañar al ojo. Repetición de palabras que
cambian el significado a la menor distracción.
Calle configura un particular drama en gente con poemas de distintas evocaciones: versículo y metro clásico, caligrama y monólogo dramático, poema en prosa y aforismo. Gara se desenvuelve en todos ellos y construye con la palabra rompecabezas que encajan pieza a pieza.
El telón cae en los cines de la calle, en la fanfarria de novedades los leones dormitan y las alfombras mullen bajo los compradores. El mercader expulsa profetas del templo: marchaos de aquí, -proclama- no mancilléis de augurios la casa de mi padre. La magia de los cines es así, se hace la realidad”.
Miguel Ángel Gara habla sobre Calle
Calle parte de la Gran vía, quizás la travesía urbana más emblemática de Madrid asediada ahora por el cierre de cines y teatros, el enésimo expolio de las ideas en beneficio del dinero: esa gran abstracción. Pienso que la avaricia y la codicia de estos tiempos son más una enfermedad del espíritu que del cuerpo, por eso a pesar del materialismo que todo lo devora, el alma lucha por volver a existir.
Pero hablando del libro y asumiendo el peso horizontal de edificios construidos con distintas inspiraciones arquitectónicas, Calle también tiene que ver con la autocensura a la que nos sometemos mediante tanta exquisita ironía, el miedo a decir verdades que duelan, la imposibilidad de vivir la vida ausente.
La niebla de lo dado, de lo ya transcurrido, evita a menudo alcanzar lo entrevisto, lo soñado (más que lo perdido) entre los pliegues de las sábanas. Un zapato rojo en el centro de un cráter de obús en la Red de San Luis y cierto 27 combativo, especialmente Rafael Alberti, Miguel Hernández, Juan Larrea, se hallan de algún modo tras estas evocaciones. Vidas lejanas y posibles y algunos personajes de películas y obras de teatro se han metido como cuñas en los poemas, a veces conscientes, a veces como habitantes fantasmales de un edificio en ruinas. En fin, puede que haya también un poco de suicidio de la memoria, de nombres extraviados, de mujeres heridas de tiempo como sombras entrevistas en las balaustradas y además algo (espero) de cóctel en Chicote bien cargado con 2 partes de recuerdo, 1 de anhelo y 1 par de gotas de angostura.
Miguel Ángel Gara (Madrid 1970) ha publicado los poemarios El libro de Sara (LF ediciones, 2005), Luz previa a la luz (XXIV Premio de poesía ‘Ciudad de Badajoz’, Algaida Editores, 2006), la plaquette de aforismos Gérmenes y momentos (Ediciones Amargord, 2007) y, en breve, El desierto de agua (La garúa Libros). Recientemente ha co-traducido junto a Johanna Lööf la antología de poesía juvenil sueca Mellan himmel och jord-Entre cielo y tierra, Ed. Slottener, 2007). Colabora asiduamente en varias revistas literarias y es responsable del suplemento de poesía Pata de Gallo en el portal Literaturas.com.

Poemas de Miguel Ángel Gara en este blog
El telón cae...La ausencia...La dirección de la calle...La mujer del balcón...

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