miércoles, 20 de agosto de 2008

Palabras del poeta saharaui Bahia Mahmud Awah en homenaje al fallecido poeta palestino Mahmud Darwish


Le llamaron el poeta de la resistencia, el poeta de la tierra ocupada, el testigo elocuente de anacba alfilistiniya (la tragedia palestina), interpretada en los países del medio oriente y el norteafricano como anacba al arabiya, término que define la cohesión árabe en torno a Palestina como cuestión común.
A finales de los años setenta escuché por primera vez su nombre mientras yo estudiaba en Argelia. Aquellos años del asedio a Yasir Arafat y sus combatientes en Beirut, la guerra que hirió Beirut y profanó los campos de refugiados palestinos en Shabra y Shatila. Sentí y me llegaron sus profundos versos sobre aquella masacre cuando lo vi en la televisión argelina recitando sobre aquellos sucesos. Más tarde, a raíz de mis relaciones con estudiantes palestinos a los que conocí en La Habana y con los que compartí algo en común con ellos, las becas en el exilio, aprendí por primera vez versos suyos cantados por Marcel Jalifa (الحين الي خبزة أمى, Añoro el pan de mi madre) y debo confesar que estos versos me llevaron a recordar el pan, el té y el recitar de mi madre, de la que me encontraba entonces separado hacía once años y sin saber nada de ella. Las razones de nuestra distancia eran las mismas por la que estuvo el poeta separado de su madre y de su Palestina.
Añoro el pan de mi madre el café de mi madre las canciones de mi madre. Día a día la infancia crece en mí. Amo mi edad porque si muero sentiré vergüenza de las lágrimas de mi madre.
Muchos años después leí con más conciencia su poesía en periódicos árabes y la escuché en un programa de literatura que realizaba el fallecido hombre de letras Hasn Al Carmi Man Algail wa malmunaasaba (Quién es el autor y cuál es la inspiración), espacio que se emitía los años ochenta en la BBC de Londres dirigido al mundo árabe, programa en el que se recitaba un poema y se preguntaba por el autor y la inspiración.
En estos últimos años en mi exilio sobradamente conocí quien era Mahmud Darwish, el poeta de la causa palestina que de niño, en 1948, fue despojado por el ejército israelí de su aldea natal, Al-Birwa, en la zona de la Palestina histórica que hoy es Israel.
Leí sus discursos poéticos, Once astros, (أحد عشر كوكبًا) (AECI, Madrid, 2000) un poemario bilingüe, un libro al que, de forma casual, me llevaron las pesquisas en busca de otro del poeta y diplomático sirio Nizar Cabbani. Fue en la Casa del Libro de Madrid cuando en las verdes estanterías repletas de libros se detuvieron mis ojos en un violín, un olivo y una palmera que sobresale de las antiguas paredes de un palacio árabe. Plácidamente leí la hermosa, triste y a la vez rotunda creación literaria donde la tierra, la causa del poeta y su gente están presentes en todo momento.
Los poetas como Mahmud Darwish entre la gente nunca mueren a pesar de los tiempos y las ideologías. Estará siempre vivo entre nosotros con la misma antorcha de libertad que alimentan sus pacíficos versos por la causa y resistencia común, que es la libertad. Como él afirmó “la poesía puede ser considerada como demasiado débil, un juguete que se arroja contra los rifles, pero a menudo es tan buena como la dinamita, cristaliza posiciones políticas mediante líneas que, memorizadas por los viejos y los jóvenes, fortalece la resistencia popular y proporciona eslóganes comunes”.
Descansa en paz, amigo de lucha, de casa arrasada, de aldea natal borrada de la tierra, poeta cantor, voz del pueblo.
Tal vez una tarde cansado de su exilio y con la mirada puesta en Palestina y en busca de Al Birwa escribió estos versos titulados ‘La última tarde en esta tierra’:
La última tarde en esta tierra cortamos nuestros días de nuestros arbustos y contamos los corazones que nos llevaremos y los que dejaremos, allí. La última tarde no nos despedimos de nada, y no encontramos tiempo para nuestro fin.


Poemas de Mahmud Darwish en este blog y artículos sobre su obra

2 comentarios:

  1. Algunos poetas nunca mueren y además nos dejan su legado en verso para el resto de nuestros días.
    Conocí a Mahmud Darwish a través de su poemario titulado: Menos Rosas. Lo releo muchas veces y cada vez encuentro nuevas sensaciones a las que me aferro cuando creo que me faltan las fuerzas.Me trasmite el arrojo y la fortaleza para no caer, para seguir luchando.
    Una gran perdida.
    Besos

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  2. Hay personas en el mundo que, aunque se van, permanecen.

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